El
mapa de una ciudad es un deseo de organizar la población. Los
trazados, los espacios, las zonas delimitan recorridos, dictan
posibles apropiaciones. Sin embargo, y esto pienso es uno de los ejes
de la novela de Szperling, las apropiaciones de una ciudad se dan en
gran medida por afuera de esos recorridos pre-establecidos. La
resistencia al trazado urbano, los caminos tangenciales, las
diagonales que se desentienden de calles y veredas parece ser uno de
los deseos más profundos que guían el deambular de los personajes
de “Selección natural”. Posible reflejo de otro deseo tan
profundo pero más consciente: el escapar del recorrido familiar, del
mandato del deberás ser, de la aparente selección natural.
Los
personajes de Szperling atraviesan la ciudad como esas líneas rojas
que marcan el recorrido del avión del héroe sobre el mapa de
territorios desconocidos. Aunque en la novela el trazado es solo
sobre la ciudad de Buenos Aires y la línea roja se multiplica. Y no
sobrevuelan, se hunden en subsuelos olvidados, se internan en
departamentos de ventanas y puertas constantemente abiertas, en
barrios privados. Son ingresos intempestivos: vehículos que arrasan
jardín y mansión; jóvenes que huyen hacia abajo del consumo del
shopping; médicos que deambulan por pasillos vacíos de hospitales
desiertos. El verbo es atravesar. Y en este atravesar también las
vidas son atravesadas: Emma atraviesa la vida de Fedra (y viceversa); Cosme
atraviesa la vida de Emma; las vidas, como obliga la ciudad, se
atraviesan con la violencia que el ritmo urbano exige.
Creo
que lo intempestivo también está en este atravesar de las vidas. No
es el cruce de miradas casual entre el transeunte y el pasajero del
colectivo a través de una ventanilla: los protagonistas se
atraviesan lastimando, marcando, dejando restos propios en ese
atravesar el otro.
Nada,
ni nadie, queda igual después de estos cruces.
Curioso:
no recuerdo resistencias efectivas en este atravesar y dejarse
atraverse. Hay una naturalidad, algo de inevitable, en la aceptación
de estos cruces. Hay proyectos y deseos de resistencia (el cambio de
vida, el cambio de identidad, el proyecto futuro que cambiará un
presente agobiante), pero los protagonistas no logran ir más allá
de este plan.
Cierro:
el proyecto de los protagonistas es el plano de la ciudad; las vidas
de Emma y su círculo son lo que hacemos en ese plano, que raramente
se termina adaptando a aquello que otros (personas distintas,
nosotros en un pasado) proyectaron.